Fuente: Revista Mercado Central (número 1)
La crisis sanitaria de la COVID-19 ha enseñado, en muchos sentidos, las costuras de nuestra sociedad y estilo de vida. Las nuevas normas de seguridad e higiene, el cuestionamiento de una globalización llevada al extremo y la búsqueda por parte de los clientes de un comercio seguro, social y medioambientalmente sostenible y de confianza, devuelven el protagonismo al mercado tradicional.
Antes de que la pandemia causada por el coronavirus ni siquiera se imaginara, la emergencia del cambio climático, una creciente preocupación por parte de los consumidores por adoptar hábitos alimentarios y estilos
de vida más saludables, así como un creciente interés en la gastronomía ya habían contribuido a crear un caldo de cultivo favorable a la recuperación del comercio tradicional, como distribuidor de productos frescos de calidad, sostenibles, de temporada y, a poder ser, de cercanía. Un caldo de cultivo que la crisis sanitaria no hizo más que alimentar.
El nuevo escenario que vive nuestra sociedad vuelve a poner en valor un modelo de comercio en el que el cliente no toca el género, pues lo sirve un profesional bien protegido; se reduce el envasado, generando menos residuos, y se dispensa un servicio personalizado, atento y de confianza, con productos preparados a la medida del cliente. Además, el comercio
de proximidad se caracteriza por trabajar un producto fresco que muy a menudo, proviene de productores cercanos, con todo lo que eso conlleva en cuanto a reducción de costes y de emisiones en el transporte; calidad, ya que los productos se comercializan en su momento óptimo, y contribución a las economías locales.
Las circunstancias, en definitiva, devuelven al mercado tradicional al lugar que nunca debió abandonar. «Nos está apoyando mucho el hecho de que estamos volviendo al producto de calidad, fresco, km 0, ecológico, de temporada, de cercanía… porque está calando la idea de que somos lo que comemos. Y el mejor producto fresco de diario está en el mercado o en las tiendas de Zaragoza », cuenta José Carlos Gran, presidente de la Asociación de Detallistas del Mercado Central de Zaragoza. Para constatar este creciente interés por parte de los consumidores por los mercados tradicionales, solo hay que fijarse en ciertas tendencias que ahora siguen algunas grandes cadenas de supermercados, imitando al modelo tradicional, como la recuperación de las secciones de corte. «Quieren volver a lo nuestro, a nuestra forma de trabajar, porque funciona», añade Gran.