Las fuentes alimentarias de los minerales son múltiples. Con una dieta variada y suficientemente rica en aporte lácteo, están perfectamente cubiertas sus necesidades, ya que forman parte de gran número de tejidos animales y vegetales.
La pobreza del suelo de cultivo puede condicionar el contenido en algunos elementos de los vegetales, pero según está organizada la distribución y comercialización de alimentos, no se suelen consumir productos cultivados siempre en la misma zona.
Por otra parte, las deficiencias minerales afectan a la apariencia de los productos, de manera que resultan más difíciles de comercializar; por ejemplo, la falta del magnesio en las verduras produce unas manchas de decoloración parda que las hace muy poco atractivas.
Desde el punto de vista de la nutrición, los minerales más importantes son:
HIERRO. Interviene en la formación de hemoglobina y de los glóbulos rojos. La deficiencia en este mineral provoca anemia. Lo encontramos en las carnes, yema de huevo y moluscos.
CALCIO. Proporciona dureza al esqueleto e interviene en la coagulación sanguínea y en la liberación de hormonas. Se encuentra en los lácteos, aunque también en las sardinas y en los vegetales de hoja verde.
YODO. Interviene en el funcionamiento del sistema nervioso y en le aparato circulatorio. Forma parte de las hormonas tiroideas y lo podemos encontrar en el agua y en casi todos los alimentos.
FLÚOR. Es muy importante para los huesos y los dientes, evita la caries y lo podemos encontrar en el pescado, paté, etc.