Hacía tiempo que queríamos entrevistar a Mamá Tere y hoy ha sido el día. Nos recibe con una amplia sonrisa, sabedora que su entrevista la van a leer muchas personas y por supuesto sus hijas, dos de las cuales tienen puesto de pollería en el mercado con la misma denominación que el suyo, esto es,»Mamá Tere». Podríamos hacer aquí un chiste diciendo que Mamá Tere está en el mercado con sus pollitos…
Cuando solo tenía tres años, su tía le traía en verano a su frutería y cuenta que le acostaba sobre los papeles que envolvían las piñas de plátanos, durmiendo allí placenteras siestas. También recuerda cómo preparaba los cucuruchos con olivas negras que se vendían en el puesto. Esta dinámica la mantuvo hasta que con siete años tuvo que regresar a su pueblo para estar con su padre y su hermana pequeña.
Al cumplir diecisiete años regresó para quedarse en Zaragoza y aquí pasó por diferentes etapas llenas de trabajo y esfuerzo, desempeñando diferentes oficios, desde la elaboración de productos cárnicos pasando por limpieza de puestos e instalaciones hasta llegar a dependienta de puesto. Se podría decir, sin temor a equivocarnos, que su trayectoria en el mercado se ha desarrollado, reproduciendo sus propias palabras de forma «muy natural», como si la vida le hubiera llevado por un camino en el que ha criado a sus hijos con esfuerzo y dedicación, al mismo tiempo que desarrollaba sus habilidades humanas relacionadas con el trato a sus clientes.
Su secreto no es difícil de descubrir, solo basta fijarse en cómo trata a los clientes que durante nuestra entrevista han acudido a su pollería. Trato directo, sencillo y amable. Atiende a una clienta con dificultades para expresarse en español con especial habilidad, intuyendo rápidamente y sin esfuerzo sus deseos para servirle lo que necesita.
Cuenta con clientes de diferentes procedencias, muchos de los cuales le reconocen que les trata con naturalidad, sabiendo los productos que prefieren ajustados a su poder adquisitivo. Confiesa que cuando la afluencia a su puesto se lo permite, le agrada sincerarse con sus clientes con los que intercambia impresiones e inquietudes.
Teresa se incorporó definitivamente al mercado en el año 1987, un año después de la reforma interior de la zona comercial en la que se sustituyeron los cajones de madera de los puestos originales por unos «flamantes» puestos que supusieron un importante cambio cualitativo para los profesionales y los clientes del mercado. En la actualidad aquellos «flamantes» puestos es preciso que sean sustituidos por otros más acordes con el nuevo siglo. De todos modos, recuerda con entusiasmo los primeros años tras la reforma del 86. Estamos seguros que la próxima actualización que coincidirá poco antes de jubilarse, la vivirá con entusiasmo mezclado con la sensación de que todo el esfuerzo y dedicación durante todos estos años lo van a heredar sus hijas que seguirán por muchos años más en el nuevo mercado.