Reproducimos la parte de la entrevista relacionada con el Mercado Central, publicada en la contraportada de la edición del domingo día 31 de julio del Heraldo de Aragón a don Juan Manuel Castillo Malo, arquitecto que dirige y coordina el equipo (Ingennus y Baika) que ha sido el adjudicatario para la redacción del plan director de Mercado Central. La entrevista fue realizada por R. Lahoz.
Dicen que un arquitecto es un dibujante de sueños.
Me gustan los sueños. Es bonito soñar y trabajar para conseguirlos. La definición puede ser válida, aunque también hay otras. A mí me gusta especialmente la que dice que el arquitecto da forma a la necesidad de un tiempo.
¿Adaptar el Mercado Central de Zaragoza a las necesidades del siglo XXI también era un reto?
Sí, rotundamente sí. Por eso, cuando el Ayuntamiento sacó a concurso el plan director, apostamos de forma decidida por este proyecto. Que el Ayuntamiento lo haya adjudicado al equipo que coordino y dirijo (Ingennus y Baika) nos llena de orgullo.
Se aprecia en usted una especial satisfacción…
La arquitectura tiene vida, reúne un claro componente sentimental, no es algo inerte. Si es en Zaragoza, mi ciudad, más si cabe. También significa una responsabilidad enorme. Se trata de un edificio de más de un siglo de antigüedad. Además, catalogado de interés arquitectónico. Desde el respeto a esa valía, hay que adaptarlo al presente para construir el futuro.
¿Un edificio puede ser también un motor de desarrollo?
Por supuesto. Ese es el gran objetivo, que el Mercado Central represente el motor de San Pablo, El Gancho, Las Armas, el Casco Viejo… Que los zaragozanos lo sientan como algo suyo. Insisto en que la arquitectura puede ser generadora de vida.
La vida no ha sido igual desde la crisis del ladrillo…
En tiempos de opulencia se realizaron demasiados iconos. La arquitectura en algunos casos se convirtió en escultura. Luego llegó la crisis. Fueron y son tiempos exigentes. La imaginación es más necesaria que nunca. Imprescindible, diría yo. Ingennus, por ejemplo, nace en 2013 de la unión de cuatro despachos zaragozanos de arquitectura con más de 30 años de trayectoria. Antes solo trabajábamos en Zaragoza y Aragón.
Ahora es todo distinto…
La única posibilidad de sobrevivir era la expansión, la captación de proyectos internacionales. El primer gran concurso que ganamos fue la transformación del barrio de La Barquita en Santo Domingo. Después llegaron la reconstrucción de la Universidad de Veterinaria y Agroalimentaria de Puerto Príncipe, los laboratorios del Ministerio de Sanidad en Malabo, proyectos del Ministerio de Justicia en Mali… Queríamos seguir siendo arquitectos y seguimos siendo arquitectos. Antes éramos despachos personalistas y ahora funcionamos como empresa.