La panadería de María José

Acudimos al puesto de María José y le sorprendemos colocando cuidadosamente su mostrador de pastelería con los productos que acaba de recibir, recién hechos este mismo día. Nos pide que esperemos un poco hasta que termine de revisar todo. Se sale fuera del puesto a ver cómo queda su exposición, cambia cosas de sitio, procurando que el mostrador quede vistoso y escoscado. Al fin y al cabo, la vista es importante para «tentar» a sus clientes, la mayoría de ellos habituales.

Aprovechando este intervalo, nos hemos fijado en los distintos tipos de pan que ofrece en su puesto: natural, integral, abizcochado, de hogaza, cinta, goyesca, artesana, de pueblo, sin sal. Todo el pan que vende es de horno de leña, nada de precocidos partiendo sobre masas congeladas.  También nos fijamos en la repostería artesana procedente de hornos de localiades próximas, como: la torta de Herrera de los Navarros, los mantecados de la Joyosa o las magdalenas de Peñaflor. No quiere que pasemos por alto los hornos de pastelería zaragozanos, que le proveen de dulces con motivo de festividades especiales: roscones de Reyes y de San Valero, dulces de Santa Águeda, corazones para San Valentín, etc.

Una vez terminada su tarea, nos atiende con su habitual desparpajo y sentido del humor, no exento de «socarronería» aragonesa. Le preguntamos «¿Qué hace una chica como tú en un sito como este?». Nos responde que el amor le trajo al mercado, ya que su marido tenía un puesto de plátanos y limones y comenzó colaborando con él, hasta que hace unos años su esposo se retiró y entonces se hizo cargo de un puesto de panadería que quedó vacante.

El puesto de venta de pan lo regenta desde hace unos cuatro años, ya que consideró que era una actividad que podría regentar ella misma. En el fondo lo que le gusta es el trato con los clientes y con sus compañeros y compañeras.

Nos atrevemos a preguntarle si se imagina en una panadería a pié de calle, es decir, fuera de un mercado. No duda ni un instante en responder diciendo que ni se lo imagina, ya que está acostumbrada al ambiente del mercado. Esta afirmación la ratificamos en su totalidad, ya que nosotros hemos comprobado cuanto le echamos de menos hace unos meses cuando tuvo que ausentarse con motivo de una operación, de la que ya se ha recuperado totalmente.

A María José le encantaría estar en el mercado una vez que se reforme, con nuevas instalaciones y servicios acordes con los nuevos tiempos. Aunque no lo dice abiertamente, sabemos que estará con todos nosotros, ya que el nuevo mercado sin ella, perdería parte de su encanto. También cree que el mercado debe ser un centro de actividades culturales que invite a visitarlo y a apreciar el verdadero valor del trato humano.

En resumen: María José, nos gusta cómo eres y queremos disfrutar viéndote tratar a tus clientes, escuchando sus inquietudes y anhelos y verte recorriendo los pasillos visitando a tus compañeros/as para intercambiar unas palabras, rematando la conversación la mayoría de las veces con una risotada, una broma cargadita de un poquito de «pimienta» , de ironía o de «socarronería» aragonesa.

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