Mercado Central fue proyectado en 1895 por Félix Navarro bajo la supervisión de Ricardo Magdalena, arquitecto municipal. La obra se comenzó en enero de 1902 y se finalizó en junio de 1903 siendo su inauguración el 24 de ese mes. Fue un acto de gran repercusión social que se recogió en las portadas de los periódicos locales de la época y que reunió a las máximas autoridades de Zaragoza.
El nuevo mercado de entonces, amplio y bien acondicionado sustituyó al mercado al aire libre constituido por puestos provistos de toldos. El edificio no se concibió como una construcción aislada, sino formando parte de una actuación urbanística destinada a transformar el entorno de la plaza. La transformación anteriormente mencionada y proyectada por el arquitecto municipal Ricardo Magdalena, solo llegaría a realizarse en parte.
Félix Navarro diseñó un magnífico edificio, con un gran empaque y sin parecido con ningún otro. Desarrolló un proyecto en la línea del eclecticismo, en buena parte deudor de sus asombros en la visita realizada a la Exposición Universal de París de 1889, con la Galería de Máquinas y su Torre Eiffel como estandarte de nuevas épocas.
El secreto de los grandes éxitos constructivos del hierro es, según sus escritos, “su poquedad de masa con enorme fortaleza. Verdad es que análogamente las energías más poderosas son las de más sutil apariencia”.
El proyecto de Félix Navarro consistía en una gran nave rectangular dividida en dos niveles: el inferior destinado a la venta al por mayor, y el superior, por encima del nivel de la calle, para la venta directa al público. La construcción, básicamente de piedra y hierro, destacaría por la gran cubierta que le prestaría no solo amplitud, sino, en especial, luminosidad y ventilación.
Para materializar la obra fue preciso ensanchar el solar derribando un buen número de casas. La plaza tenía, aproximadamente, la mitad de su anchura actual y venía a coincidir con el espacio en el que desembocaban las calles de Cerdán y Escuelas Pías. Además, la remodelación de la plaza afectó también a otras construcciones, en general antiguas y en mal estado de conservación, y al trazado de los porches, idea que se mantuvo pero sustituyendo su trazado de medio punto por dinteles sostenidos por columnas metálicas.
Tras su inauguración, el Mercado Central se convirtió en un auténtico hito ciudadano. Su emplazamiento se correspondía con la zona más vital y dinámica de aquella Zaragoza, área que quedaría a su vez potenciada por la nueva construcción. El edificio resultaba soberbio, sobresaliendo por su espectacular volumen, el trazado de los monumentales arcos de acceso y la gran bóveda metálica sin parangón en la arquitectura local.
El presupuesto previsto por la Sociedad Anónima Nuevo Mercado ascendió a 457.948,78 pesetas, sin contar con el hierro valorado en 272.534 pts. y el colector, cuyo monto ascendió a 50.948 pts.
Textos: Alejandro Toquero. (Revista Nº 6 «Mercado Central»).