El arquitecto Félix Navarro dio algunas explicaciones de la presencia de las figuras representativas en el Mercado Central. Lo hizo especialmente en un artículo publicado en Heraldo de Aragón el mismo día de la inauguración del edificio, el 24 de junio de 1903. Este es un resumen de algunas de sus explicaciones:
El diseño general: “Las proporciones y combinaciones generales de líneas, y la esbeltez de las estructuras, que parecen pregonar nuestra soberanía de hombres sobre las cosas materiales”.
Los arcos de las fachadas de testero: “Afectan forma de arcos triunfales romanos, por los cuales pase el pueblo ya culto, victorioso sobre anteriores rudezas y mezquindades”.
Los carteles de la fachada principal: “Los capiteles de tipo corintio, de las columnas, tienen como motivo fundamental el heredado caduceo clásico, el sombrerillo de Mercurio… Entre los emblemas de los escuditos de capitel grande, se ve una hoz de siega, el fiel con laureles, esas y otras cosas es o debe ser un mercado”.
Las figuras de las cresterías: “La crestería sobre las galerías decorativas, un resumen de la alimentación: ´carne, hortalizas, fruto, caza y pescado`. (Se trata de una composición –repetida cuatro veces en el edificio–, en la que el carnero está por la carne, las alcachofas por las hortalizas, los conejos por la caza, los racimos de vid por la fruta y los peces por la pesca)”.
La colmena y las abejas de las entradas laterales: “En las portadas laterales y ya que en efecto Zaragoza es como el corazón mismo de España, se ha dedicado un recuerdo de gratitud que debe vibrar en nuestra conciencia nacional hacia la civilización árabe. Ante hornacina con fondo de decoración arabesca, vese una concha cuya perla o contenido valioso es una colmena de abejas visibles que son tres cabecitas de labrador aragonés y entre el festoneado de la concha se ven las letras ZOCO del nombre arábigo español de Mercado”.
Los tarjetones esmaltados del interior: “Estas placas, colocadas de seis en seis metros de distancia y en número de 42 a lo largo de un ancho friso llevan alimentos de bello aspecto. En su conjunto, todos estos cuadros de esmalte recuerdan la vajilla decorada, lo deseable para la alimentación del hombre culto y próspero, y en su detalle servirán para fijar la atención popular sobre todo quien no lee letras ni números para designar los lugares del mercado. ´Fulano, se dirá, vende debajo del cartel del jabalí o enfrente de la pintura de unos moscateles`”.
Tiene, pues, Navarro una forma de concebir el edificio porque tiene una forma de concebir el trabajo humano (al que canta con su arte), el comercio (un fecundo trato) al que está destinado, las relaciones (de equidad) de los seres humanos entre sí, las de estos con la materia (sobre la que reinan), con su propia intimidad espiritual (victoria sobre las rudezas, mezquindades y egoísmos) y con una inspiración superior (una norma bajada del cielo, una ley o razón).
Texto: Revista nº 7. Alejandro Toquero