Flores Jara, un trabajo en evolución permanente.
Mario Valera representa el futuro de esta floristería que alegra el Mercado Central con sus centros, plantas y ramos
Flores Jara es un puesto del Mercado Central donde se pueden encontrar plantas, centros de flores y ramos. No lleva muchos años en el Mercado, aunque el negocio tiene una larga trayectoria ya que desde hace más de 35 años cuenta con un vivero en la zona de la Expo.
El relevo en la empresa está garantizado porque Mario Valera (31 años) está desde hace diez muy comprometido con el proyecto. “Decidí dejar de estudiar y lo he aprendido todo desde abajo de la mano de mi padre”, comenta.
En este tiempo, a Mario le ha dado tiempo a conocer que su trabajo “vive una evolución constante; la floristería está presente en muchos ámbitos distintos”. De hecho, comenta que hay que estar permanentemente al día y que, para ello, “hay que participar en cursos, talleres, ver muchos vídeos… en definitiva, no dejar de aprender”. La venta que realizan en el Mercado Central es, sobre todo, a particulares. “También a algún bar o restaurante, pero, en general, son pequeñas empresas”.
Colores que se ponen de moda y se renuevan, formas, plantas nuevas… Este es el día a día de Mario. “Ahora, por ejemplo, ha salido una calluna que es parecida al brezo”, explica.
Otra parte importante de su trabajo es la decoración del Mercado Central. “Trabajamos en momentos puntuales como Navidad, el Pilar o en algún evento, pero son unos encargos que cuidamos mucho”.
Mario tiene claro que es un trabajo que le gusta y en el que se siente “muy involucrado”. “Todos los días se aprende algo nuevo, y eso hace que te impliques más; mi idea, desde luego, es seguir en esta línea de renovación constante”.
Este joven florista cree que la presencia en el Mercado Central es un buen reclamo “para que la gente conozca el vivero, sepa de nuestra existencia y nos puedan llegar encargos mayores al margen de la venta al particular”. Esa idea de cambio constante también se traslada al expositor que, como mínimo, se transforma totalmente cuatro veces al año.