A principios del siglo XIII el mercado estaba emplazado en la Puerta Cinegia, en la actual Plaza de España. En 1210 Pedro II concedió un privilegio, que posteriormente fue ratificado por su hijo Jaime I en 1218, para trasladarlo al sector de la Puerta de Toledo, en el entorno del actual Mercado Central.
Este ubicación se vió interrumpida en 1332 al trasladarse el mercado a la plaza del Pilar, pero Jaime II dispuso que volviera al sector de la plaza de Toledo, donde continúa hoy en día.
En el siglo XV la plaza del Mercado se extendía a lo largo de un espacio entre los muros de la muralla romana a ambos lados de la Puerta de Toledo. El acceso al mercado desde la ciudad amurallada se efectuaba desde la citada puerta de Toledo, mientras que desde el exterior se realizaba por todas las calles adyacentes: San Pablo, San Blas, Armas y la calle de la Sal (Casta Álvarez) y Predicadores.
La muralla romana que limitaba el mercado contaba con torres de planta ultrasemicircular (de curva más amplia que un semicírculo) separado por lienzos de muro lisos denominados compases. En dichos compases se adosaban casas que albergaban tiendas en sus bajos.
Paralelas al muro se levantaban hileras de puestos comerciales o bancos de piedra donde se ubicaban los labradores cristianos vendiendo frutas y hortalizas. En un sector aparte, los judíos comercializaban con lienzos, ropas y zapatos. Todos los puestos eran de propiedad municipal, arrendados a los particulares que los regentaban.
En el Arco de Toledo se ubicaba una de las cuatro panaderías francas con las que contaba la ciudad. Dos de ellas contaban con licencia municipal y las otras dos con licencia real. En dichas panaderías se vendía pan de peso y de precio libres. En el resto de las panaderías los precios y pesos estaban regulados en función de la cotización del trigo en el Almodí (lonja cerealista donde se contrataba el trigo que abastecía a la ciudad). Dicha lonja se ubicaba en las proximidades de la calle San Blas.
El Alfondí o estanco de la sal estaba próximo al Almondí, en la actual calle Casta Álvarez, anteriormente llamada de la Sal.
El pescado fresco, la carne, los salazones y todas las mercancías que podían contaminar el ambiente y molestar a los vecinos y viandantes no podían venderse en la plaza del mercado.
La plaza del Mercado era la plaza principal de la ciudad, donde se celebraban fiestas, torneos y corridas de toros. Por dicha plaza discurría la comitiva real con motivo de la coronación de los reyes de Aragón procedente de la Aljacería que atravesaba la Puerta de Toledo en su camino hasta la Seo.
Cerca de la plaza, en las proximidades del Almudí, se alzaba la picota, donde se llevaban a cabo las penas de azotes, se exponía a los delincuentes a la vergüenza pública en el cepo y el verdugo de la ciudad ejecutaba las mutilaciones o penas capitales. En ese mismo lugar se colocaban las armas ya rotas que habían sido confiscadas a los que entraban a la ciudad sin atender a las prohibiciones de los jurados.
A la derecha saliendo por la Puerta de Toledo se ubicaba en un recinto cerrado la carnicería del mercado. Fuera de dicho recinto, en una calleja cercana se despachaba el pescado fresco y en salmuera.
En el siglo XIV uno de los pesos públicos se ubicaba en la parroquia de San Pablo.
En 1.250 Jaime I concedió el privilegio para la celebración en junio de una feria anual, a la que acudían numerosos forasteros con ganas de beneficiarse de los buenos precios o de las exenciones fiscales otorgadas por la corona durante su celebración.
En definitiva, la actividad comercial de la ciudad en la actual plaza del Mercado se remonta al menos desde comienzos del siglo XIII hasta la actualidad.