Este carnicero se esfuerza desde 1999 por mostrar en su puesto que merece la pena acercarse al Mercado Central
Para Ángel Puig, la carnicería y el Mercado Central son su vida. Desde 1999 está al frente de su propio puesto, pero antes ya había trabajado de carnicero, aprendiendo todos los secretos del oficio durante 15 años.
En estos años, Ángel confirma que el mercado ha cambiado bastante y que internet y las redes sociales “resultan muy cómodas y son una alternativa para hacer la compra, pero sigue habiendo mucha gente a la que le encanta el ambiente que se respira por estos pasillos; eso no lo pueden sustituir una pantalla de un teléfono o de un ordenador”.
Eso sí, reconoce que la clientela de todos los días prácticamente ha desaparecido. “Ahora vienen una vez a la semana o cada 15 días y cargan”, comenta. Para él es muy importante “ofrecer una buena relación calidad/precio que motive al cliente a venir y que sienta que merece la pena”.
En ello se centra Ángel Puig, ofreciendo un amplio abanico de carnes, desde ternasco de Aragón IGP. a diferentes despieces del cerdo o la ternera. “También elaboramos embutidos, hamburguesas o churrasco en el obrador; menos las morcillas y las bolas hacemos casi todo”.
Trabajar con los mismos proveedores desde hace años es para él “una garantía de éxito”. Y luego, abrirse a lo que pueda surgir. Por ejemplo, a la hostelería. “Mi carne la tienen unos cuantos bares y restaurantes; hay que adaptarse, no queda otra”, comenta.
Otra clave del éxito, a su juicio, es el trato al cliente, “el cómo presentes el producto, porque la vista cuenta mucho; esa es la mejor publicidad”. Ángel explica que con muchos clientes “la relación es casi familiar; conozco perfectamente sus gustos y casi no hace faltan ni que pidan”.
En los últimos años se han incorporado nuevos clientes extranjeros que tienen otros gustos “y nos hemos tenido que aclimatar a ellos, trayendo otros productos y haciendo nuevos cortes y presentaciones”.
